En una clínica dental hay numerosas vías de transmisión de patógenos tanto virales como
bacterianos. La saliva y la sangre del paciente son los principales vectores de transmisión
cruzada.
La contaminación relacionada a la sangre puede ser causada por la exposición a material
infectado de lesiones cutáneas o de mucosas heridas. El riesgo infeccioso más elevado de
este tipo está asociado a pinchazos accidentales por agujas contaminadas o heridas por
instrumentos punzocortantes. Por otro lado, los aerosoles producidos durante las
intervenciones y las microgotas de saliva potencian el riesgo de contagio.
Estos riesgos de contaminación van en dos direcciones: del paciente al personal de la clínica, y del
personal al paciente. Sin embargo, también es posible la transmisión de agentes patógenos de
paciente a paciente, sin mediación del personal, sino por la interacción con una superficie situada
en la clínica, un producto sanitario o el instrumental utilizado durante procedimientos para los
cuidados dentales.
Esto se debe a la esterilización inadecuada del instrumental o la desinfección inadecuada del
equipo. También existe la posibilidad de que los agentes patógenos presentes en las líneas de agua
de los equipos se difundan por el aerosol creado por la pieza de mano, presentando un riesgo tanto
para el paciente como para el personal de la clínica dental.
Existen estudios sobre la aplicación de HOCl en procesos dentales y quirúrgicos cotidianos en los
consultorios dentales.1 El descubrimiento de estas nuevas aplicaciones ha reducido el uso de
productos tóxicos para la salud humana.
El HOCL ha sido avalado por CDC y ADA para ser aplicados dentro de clínicas dentales cubriendo un
amplio espectro de actividades, desde la prevención, desinfección, sanitización y limpieza de
superficies, hasta aplicaciones directas en proceso de cirugías bucales.
El HOCl o Agua Electrolizada es producido naturalmente por el organismo de los seres humanos,
nuestros equipos producen HOCl biodegradable, natural, ecológico, altamente compatible para
aplicarse en cualquier tipo de superficies y en contacto directo con el ser humano, no irrita las
vías respiratorias ni la piel.
Es importante recalcar que es crucial controlar la calidad del agua utilizada en los equipos, ya que
los pacientes y los profesionales de la salud están expuestos al agua y a los aerosoles generados en
la unidad de tratamiento dental, que puede ser una fuente potencial de contaminación con organismos
oportunistas, especialmente en caso de pacientes inmunodeprimidos.
El agua que circula por las redes de abastecimiento dista mucho de ser un producto puro y estable.
En efecto, la densidad de los microorganismos en esta agua aumenta con el tiempo de permanencia y la
distancia entre la estación de tratamiento de las aguas y el consumidor final. Por ello, el agua
estancada, la fabricación de biopelícula y la falta de desinfección pueden contribuir a la
proliferación de microorganismos en los sistemas hídricos de los equipos.
Bacterias, hongos y protozoos pueden encontrar condiciones favorables para prosperar en los equipos
dentales. En algunos documentos de literatura se han recopilado recuentos de microorganismos que van
de 100 a 400.000 CFU/ml en equipos dentales.
El personal de la clínica debe ser muy consciente del riesgo de diseminación de microorganismos
potencialmente peligrosos y garantizar que se cumplan correctamente los procedimientos eficientes de
control para poder evitar las infecciones cruzadas.
Cada miembro del personal de una clínica dental debe seguir los procedimientos estándar requeridos
para prevenir la transmisión de microorganismos. Dichos procedimientos incluyen la higiene de las
manos, la desinfección del instrumental y los protocolos de esterilización; así como las estrategias
de descontaminación de la superficie, el mantenimiento de la calidad de las líneas de agua de los
equipos y los procedimientos de emergencia en caso de accidentes que aumentan el riesgo de
transmisión cruzada. Estos procedimientos reducen drásticamente el riesgo de transmisión de
microorganismos.
El ácido hipocloroso es reconocido como agente anti-placa y para la cicatrización de heridas de la
mucosa oral por su baja toxicidad, su comprobada efectividad antimicrobiana, su capacidad
antiinflamatoria e inductora de la proliferación celular y por sus antecedentes como sustancia de
uso tópico en desinfección de heridas, lo hacen una excelente opción para incorporar a las prácticas
de limpieza y desinfección de las clínicas dentales.
El HOCl es un potente antimicrobiano no antibiótico utilizado en medicina clínica para el control de
infecciones y reparación de heridas. A 125 ppm y a 250 ppm el ácido hipocloroso no afecta la
capacidad de la saliva para neutralizar los ácidos en solución, por lo que estas concentraciones son
óptimas para su uso como agente anti-placa y como principio activo de enjuague bucal. Diversos
estudios han demostrado que el uso de HOCl no afecta el pH y las propiedades amortiguadoras de la
saliva que favorezcan procesos de desmineralización dental.
De igual manera, el ácido hipocloroso por sus atributos antisépticos y germicidas es un notable
desinfectante que no altera las características de los alimentos, siendo completamente
biodegradable. Se produce en bajas concentraciones en la sangre del cuerpo humano, donde ejerce una
función antimicrobiana contra bacterias y virus como parte del sistema inmunológico.
El HOCl ofrece niveles extremos de eficacia, sin dejar de ser más seguro para los pacientes y el
personal dental que otras alternativas que sí son tóxicas. El ácido hipocloroso se utiliza
ampliamente para inactivar las bacterias y disolver las biopelículas en una serie de aplicaciones
dentales intraorales, antes, durante y después del tratamiento dental.
Ya que el HOCl no es irritante y es gentil con la piel, puede reemplazar todos los químicos usados
para la limpieza de centros de salud dental, eliminando químicos tóxicos. Y es más seguro para el
ambiente, para los niños y para los mayores.