Eliminación de organismos fitopatógenos
Hay un conjunto de organismos fitopatógenos (bacterias y hongos) que dañan los cultivos.
Estos organismos pueden afectar huertas, invernaderos, sembradíos y hortalizas, y llegar a
filtrarse en la cadena de alimentos, provocando enfermedades gastrointestinales,
respiratorias o alergias al ser humano.
Estos organismos (hongos y bacterias) son especialmente dañinos cuando contaminan desde las
raíces y el cuello de los cultivos; incluso pueden llegar a afectar silenciosamente a los
frutos, vegetales o semillas.
Los hongos y las bacterias en los cultivos juegan un rol importante para el correcto desarrollo de
la agricultura, sin embargo, una concentración excesiva puede causar problemas irreversibles en
cualquier plantío, puesto que, en la mayoría de las ocasiones, no percibir el problema a tiempo o
atender la concentración excesiva de hongos y bacterias puede ser letal para las plantas o frutos.
En general, las bacterias y hongos fitopatógenos suelen permanecer en estado de latencia, inertes,
en los restos de vegetales infectados o en el suelo; y en algunos casos, aprovechan la capacidad de
producir estructuras de resistencia como quistes o microesclerocios en hongos, o esporas de
resistencia en algunas bacterias.
En circunstancias favorables estos organismos pueden sobrevivir en tejidos vegetales muertos como
saprófitos, esto es, como microorganismos que descomponen la materia orgánica muerta.
Estas condiciones son fuentes de inóculo para los nuevos cultivos, que, cuando lleguen las
condiciones adecuadas pueden propiciar la infección del cultivo o de las personas.
Otros elementos que pueden aportar elementos que propician la enfermedad el cultivo son las
semillas, los sustratos o turbas, y también, en muchos casos, el agua.
La estructura de los invernaderos, los hospedadores intermedios, las herramientas o los utensilios
mal desinfectados también pueden ser fuentes de inóculo de estos patógenos.
La transmisión de uno o varios agentes patógenos se produce a través del contacto entre la
superficie de la planta y el medio en el que se encuentran depositadas las bacterias y los hongos.
Para que el agente patógeno produzca la infección de la planta, el agente debe penetrar los tejidos;
esto es posible por una serie de condiciones que favorecen la infección, entre ellos se encuentran:
la temperatura y humedad ambiental, la presencia de agua libre sobre los tejidos, la presencia de
tejidos senescentes o muertos, o heridas en la planta, etc.
Según cada patógeno y cada organismo hospedador, la presencia de unas condiciones u otras
determinarán que se produzca o no la enfermedad, y con ello, la gravedad de esta.
De forma genérica, se puede decir que el control de las condiciones climáticas óptimas para el
desarrollo de los patógenos (humedad, temperatura), la desinfección de herramientas o guantes
durante el manipulado, la retirada de restos vegetales del invernadero, evitar la presencia de
heridas húmedas en los tejidos y controlar la sanidad del agua y el suelo, son algunas de las
medidas de prevención que se pueden aplicar.
La eliminación de la mayoría de los bactericidas químicos para uso agrícola, y las restricciones en
los fungicidas, hace difícil la elección de los productos adecuados para una desinfección del suelo
o sustrato de cultivo.
El ácido hipocloroso (HOCl) es un microbicida natural que elimina el 99.9 de virus, bacterias y
hongos, es altamente compatible con el medio ambiente y sus aplicaciones; esto lo hace muy versátil
para mantener líneas de riego libre de biofilm, elimina hongos a nivel de raíz y promueve un
crecimiento sano de frutos y vegetales, sus aplicaciones tienen un rango de 1 ppm hasta 400 ppms
dependiendo de su aplicación directa o indirecta.
El ácido hipocloroso o Agua Electrolizada reduce la carga de pesticidas presentes en los frutos
hasta un 75%, además se puede aplicar en procesos de cultivo para mantener los frutos y vegetales
libres de bacterias, virus y hongos adquiridos durante el proceso de cultivo y empaquetado.